El día antes de que los votantes chilenos acudieran a las urnas el domingo pasado, el presidente Gabriel Boric se encontró atrapado en un tobogán en un parque infantil. El bochornoso, aunque breve, incidente ocurrió en la ciudad sureña de Punta Arenas, sede electoral de Boric. Había ido allí para votar por un consejo que encabezará el segundo intento del país de reemplazar su actual constitución, que se remonta a los días de la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Boric logró desalojar, pero el incidente pareció una burda metáfora: claramente las cosas no le iban bien. Unas horas más tarde, durante el recuento de votos, los chilenos volvieron a propinarle un duro golpe. gran revés en sus esfuerzos por dejar al país una constitución más progresista como principal legado de su presidencia. El domingo, dieron una victoria aplastante a la oposición de derecha, al tiempo que aseguraron que la próxima constitución de Chile -si se aprueba mediante referéndum a finales de año- no logrará los cambios previstos por Boric y sus partidarios. .
Los electores eligieron a los miembros del Consejo Constitucional, cuya tarea, a partir del próximo mes, será transformar un anteproyecto elaborado por un grupo de 24 expertos elegidos por el Congreso en un documento que los electores aprobarán o rechazarán durante un referéndum en diciembre.
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