HISTORIA: El Mapocho de Santiago fue una vez un “río muerto”.
No había vegetación, estaba lleno de basura y hasta tenía un olor nauseabundo.
Pero ahora las aves, los peces y las flores finalmente regresan al río que atraviesa la capital chilena.
Entonces, ¿cómo pasó de ser un horror contaminado a un próspero humedal urbano?
La transformación no sucedió de la noche a la mañana.
Es el resultado de un esfuerzo de una década entre el gobierno regional y las comunidades vecinas.
Querían revivir la biodiversidad del río y convertirlo en un parque protegido de 18 km de largo.
Joaquín Moure es el director de la fundación Mapocho Vivo, que ayuda a proteger el río.
Él dice que la especie tardó diez años en recuperarse después de que una compañía local de suministro de agua desviara las aguas residuales a las plantas de tratamiento, que antes estaban destinadas al río.
“Han pasado 10 años desde que los emisarios de aguas residuales caen al río, 10 años de agua limpia fluyendo. Y es por eso que especies como el bagre andino y los cangrejos de agua dulce están regresando, incluso se han visto anidando en las partes más urbanas de el río.
Según Mauricio Fabry, jefe de la oficina ambiental del gobierno regional, el río incluso actúa como un “sumidero de carbono”, bajando la temperatura de la ciudad hasta en 2 grados centígrados, o unos tres grados y medio Fahrenheit, y ayudando a controlar especies invasivas.
Él dice que el siguiente paso, será darle al río una designación oficial de “humedal urbano”, lo que facilitará la protección legal.
Esto ayudará a prevenir actividades disruptivas, como vertidos, extracción de arena y rocas y desarrollo inmobiliario.
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