Chilenos de todos los ámbitos de la vida han pedido una nueva constitución durante años, pero el mes pasado los votantes cambiaron de opinión y dieron un giro de 180 grados, rechazando el nuevo documento. EL abrumador voto de rechazo El 62% envió ondas de choque a todo el hemisferio. Es importante entender lo que pasó para cambiar la mentalidad de los votantes chilenos, porque genera esperanza para un centro político revivido en América Latina.
Hace apenas unos años, masivas protestas callejeras a nivel nacional sacudió este paraíso sudamericano que alguna vez fue pacífico y próspero. Los manifestantes pidieron una nueva constitución, y con razón: la constitución actual se remonta al general Augusto Pinochet y los días oscuros de abusos de los derechos humanos y restricciones a las libertades. Se produjo una votación masiva para crear una nueva constitución, lo que llevó a una convención constitucional para redactar una Carta Magna para el país. La convención se inauguró justo cuando la campaña para elegir un nuevo presidente se estaba calentando y Chile eligió a Gabriel Boric, un nuevo presidente joven de centroizquierda. El cambio estaba en el aire. Era palpable.
Una bolsa de peticiones
Para comprender el rechazo del proyecto de constitución, es fundamental mirar hacia atrás en el proceso que condujo a su redacción. ¿Cómo se votó un referéndum, en el que un masivo 78% de la población aprobar la redacción de una nueva constitución, generar una segunda votación para una asamblea constituyente que tuvo una bajísima participación del 43%?
Esta segunda votación resultó en una asamblea con miembros que tenían poca experiencia política y una fuerte inclinación ideológica a la izquierda. Si bien la constitución tenía propósitos admirables, se convirtió en una plétora de nuevos reclamos y derechos.
Entre los nuevos derechos: el derecho a un mínimo de energía eléctrica, el derecho al deporte ya la actividad física, y el derecho al ocio, al descanso y al disfrute del tiempo libre. A las tribus y geografías indígenas también se les otorgaron derechos independientes vagamente definidos, lo que llevó a la acusación de que la constitución desmembraría el país.
El documento amplió exponencialmente el poder del gobierno y dividió, en lugar de unir, a la abrumadora cantidad de chilenos que apoyaban desterrar la actual constitución de la era de Pinochet. El presidente Boric, un líder que saltó a la fama en las protestas callejeras que sacudieron el país, no pudo ejercer control sobre los integrantes de la asamblea constituyente.
¿Hacia dónde va Chile desde aquí?
Claramente, la gente habló alto y claro de dos maneras: para apoyar una nueva constitución y para rechazar la nueva propuesta. Ignorar estos votos rotundos sería un error para cualquier político de derecha o de izquierda. Como lo expresó Marta Lagos, líder de la encuestadora chilena: “¿Qué quieren los chilenos? Sabemos lo que no quieren, no quieren este nuevo proyecto de constitución. … “Ahora estamos buscando lo que quieren”.
Chile tiene la suerte de tener un líder joven pero ágil en Presidente Bórico. Había respaldado la campaña de “respaldo” a la nueva constitución y, aunque el rechazo de la constitución fue una reprimenda al nuevo líder de Chile, Presidente Boric hábilmente no permitió que el rechazo desequilibrado aumentara el sesgo. De hecho, el Reconocido la necesidad de “una constitución que una al país”.
El presidente Boric ha representado hasta ahora a un líder moderno de centroizquierda que se ha resistido a los intentos de empujarlo a los extremos.
Chile ahora enfrenta varios desafíos nuevos. Se debe escribir una nueva constitución – recuerde que el 78% de la población votó para escribir una nueva constitución. En segundo lugar, el proceso debe acelerarse. La retórica anti-sector privado, anti-inversión extranjera y anti-repatriación de capital de la asamblea constituyente le ha costado a Chile valiosas oportunidades de crecimiento en un momento de dificultades económicas globales.
Hay que redactar una nueva Constitución
Este próximo documento borrador será “propiedad” del Presidente. Depende de él darle forma y darle vida, y ahora tiene algo de espacio para negociar. Esto requerirá negociaciones y acuerdos con políticos que su electorado aborrece. Presidente Boric caminará por la cuerda floja política que se aferra a sus raíces socialmente comprometidas mientras empuja las políticas de su gobierno hacia el centro.
El presidente Boric prometió continuar en el camino hacia una nueva constitución, pero al hacerlo busca encontrar consenso con los poderes políticos tradicionales que han sido ignorados en gran medida en el proceso de la asamblea constituyente. Para que un acuerdo se materialice, los extremos deben estar dispuestos a negociar. Presidente La coalición de Boric es un amplio espectro ideológico desde partidos de centro hasta comunistas. Debe unir al centro-derecha y la extrema izquierda en un esfuerzo por producir un documento de trabajo nacional.
Un nuevo espacio de negociación
Significa trabajar con el Congreso chileno a trazar rumbo Antes. Reconociendo la nueva realidad política a la que se enfrenta, el presidente Boric también ha reorganizado su gabinete presidencial, eliminando más ministros ideológicos en favor de personas de centroizquierda más antiguas y tradicionales. El fervor de las protestas de 2019 fue clave para su éxito electoral. Pero el celo utópico y la furia callejera de las protestas no son los ingredientes necesarios para un gobierno exitoso. El presidente Boric ha demostrado que lo sabe.
Aunque es un país pequeño, Chile continúa siendo visto como un modelo positivo de moderación política y cambio positivo en la región. El presidente Boric ha representado hasta ahora a un líder moderno de centroizquierda que se ha resistido a los intentos de empujarlo a los extremos. El veredicto radical del electorado sobre la constitución ofrece al presidente Boric un nuevo espacio para la negociación y el éxito. Lo que haga con este nuevo espacio político será observado de cerca por los líderes de la región.
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