La filosofía del buen gobierno

Si sus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y convertirse en más, usted es un líder. -John Quincy Adams

El buen gobierno no es un concepto extraño para un país como la India porque, incluso hoy, Ram Rajya habla del nivel más alto posible de buen gobierno.

Debemos entender que el buen gobierno es imposible sin estadistas que funcionen de acuerdo con el dharma y la espiritualidad. Aristóteles había dicho que “un estado ideal sería el que tiene un Rey Filósofo”. Lo que pudo haber querido decir es que un país que tiene una persona de sabiduría espiritual a la cabeza ofrecería un mejor gobierno.

La justificación de esta afirmación es que se basa en el concepto de que el Estado es una familia de familias. El rey, siendo el jefe del Estado, debe considerarse la figura paterna o cabeza de la gran familia formada por cientos de miles de familias. El cabeza de familia maneja los asuntos de la familia con amor y atención. Él es el proveedor, el apoyo, el protector, la guía, el anciano que inspira, genera confianza, promueve el bienestar de todos sin prejuicios ni discriminación y maneja los asuntos diarios con sabiduría, seguridad, amabilidad y para la satisfacción y el mejoramiento de todos.

El Bhagavad Gita dice que haga lo que haga un líder, la gente lo seguirá y cualquier norma o ejemplo que establezca, la gente en general lo seguirá. Por lo tanto, es imperativo; que los líderes deben cumplir con su deber de gobernar con eficacia con el fin de educar al pueblo en general y dar el ejemplo a sus compatriotas. Esto tiene una gran implicación para el desarrollo sostenible porque es esencial que los líderes practiquen lo que predican.

Si tienen sabiduría espiritual, gobernarán los asuntos del país con tanto amor como la ley.

Harán y actuarán como la cabeza o como los ancianos de una familia. Lo que los mantendrá cerca de la gente es el cordón del amor y la buena voluntad. Dirigirá toda la administración desde ese ángulo y de manera transparente y no partidista.

En resumen, la sabiduría espiritual de nuestros estadistas construirá un estado basado en los valores, el bienestar y la benevolencia, donde las personas se sentirán felices, sin miedo y sin preocupaciones.

Feliciano Antolin

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