Docenas de peces moribundos forman un coro lúgubre en la secuencia inicial de la inquietante fábula ecológica ‘La vaca que cantó una canción para el futuro’. Sin aliento en un río venenoso, aceptan su muerte inminente, pero no sin ofrecer una palabra de esperanza para un futuro mejor. Más tarde, como sugiere el título, otros faunos se unirán a su urgente canto.
Con sensibilidades realistas mágicas finamente afinadas, la guionista y directora primeriza Francisca Alegría se embarca en una historia inquietantemente atmosférica que expone la relación insostenible de la humanidad con el mundo natural. Aquellos que defienden una comprensión arrogante y explotadora de nuestro lugar en la Tierra, sugiere la película, no escuchen a las criaturas con las que compartimos este planeta. Al descartar sus preocupaciones, amenazan su propia existencia.
Desde las profundidades del río Cruces en el centro de Chile, Magdalena (la estrella argentina Mía Maestro), una mujer amante de las motocicletas y de espíritu libre que se quitó la vida hace décadas, surge como una fuerza de otro mundo. . Incapaz de verbalizar sus pensamientos, pero con su cuerpo inmaculado y sin edad, una perturbadora corriente eléctrica hace notar su presencia.
Mientras tanto, la rígida hija de Magdalena, Cecilia (Leonor Varela), una consumada cirujana que no acepta la identidad de su hija transgénero, regresa a la vaquería familiar para cuidar a su padre, interpretado por el famoso actor Alfredo Castro (“De lejos”). Uno a uno, los miembros de este clan entran en contacto con Magdalena. Inevitablemente, el impacto de su regreso del más allá despierta un trauma no resuelto que rodea su prematura muerte.
Alegría, con las coguionistas Manuela Infante y Fernanda Urrejola, confina a “La vaca” a un espacio liminal de fantasía fundamentada donde lo inexplicable se manifiesta físicamente, no como paisajes oníricos o visiones intangibles. Magdalena vuelve a entrar en este plano de la realidad para poner en marcha los vientos de cambio para sus seres queridos, pero también como profeta amorosa para las aves, las abejas y otras formas de vida. Compuesta en su totalidad por expresiones faciales, la conmovedora actuación de Maestro oscila entre la actitud serena y el éxtasis del placer corporal.
Las escenas en el bosque por la noche parecen más sobrenaturales, en gran parte debido a las seductoras elecciones de iluminación del director de fotografía Inti Briones. Una de estas tardes, Cecilia se encuentra con la arrebatadora melodía de las vacas del brutal marido de Magdalena. Separadas de sus crías para producir leche, cantan versos musicales sobre su desesperanza materna. Su mensaje no es una advertencia sino una predicción siniestra.
Para mantener el aire enigmático de la película, los animales parlantes de Alegría no cantan de una manera antropomórfica simplista: sus labios no pronuncian palabras. En cambio, sus voces colectivas impregnan la atmósfera como si se movieran en el viento. El efecto es casi fascinante, no tanto por lo que dicen, sino por la calidad mística de su canción.
Pero en lugar de ofrecer un elogio pesimista de los últimos tiempos, “La vaca que cantó una canción en el futuro” muestra una fe optimista en las generaciones más jóvenes, que podrían luchar por el río, por todos los seres sintientes maltratados y por la libertad de ser su verdaderos yoes. Alegría no ve diferencia de causalidad entre los conflictos familiares y los relacionados con la naturaleza, en el fondo ambos son consecuencia de un deseo de controlar lo que debe ser.
La solución, según el cineasta, es la comunión espiritual con lo desconocido, ya que hay sanación en entregarse a la insignificancia absoluta de uno como parte de algo más grande.
“La vaca que cantó una canción al futuro”
En español con subtítulos en inglés
No clasificado
Tiempo de funcionamiento: 1 hora 38 minutos
Jugando: Teatro Nuart de Landmark, West Los Angees; Laemmle Glendale
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