En el mes que marca el 50 aniversario del golpe militar de Chile, que derrocó al gobierno del presidente socialista democrático Salvador Allende, debidamente elegido, Netflix lanza la oscura sátira política de Pablo Larraín, “El Conde”.
Aunque el director chileno Pablo Larraín es un adepto a diferentes géneros cinematográficos, actualmente es conocido por sus biopics: “Jackie”, “Spencer” y “Neruda”. El próximo será sobre Maria Callas (con Angelina Jolie en el papel principal).
En “El Conde”, Larraín ofrece a su audiencia la historia del general Augusto Pinochet, orquestador del golpe de Estado, dictador y asesino, en el papel de un vampiro de 250 años que ahora se encuentra viviendo en un lugar desolado de Patagonia tras fingir su muerte en 2006.
En ese momento, los tribunales estaban alrededor de su cuello. Entre los actos nefastos por los que era conocido estaba el de reunir a disidentes en el Estadio Nacional y encarcelarlos, torturarlos e incluso matarlos. También hizo arrojar a sus enemigos al agua en helicóptero.
Si estás familiarizado con la canción de Sting de 1987, “They Dance Alone (Cueca Solo)”, está dedicada a las madres de personas desaparecidas en Chile que bailan con fotografías de sus maridos, hijos y padres desaparecidos. Así que esta visión de Pinochet como un monstruo devorador de corazones puede no ser demasiado descabellada.
“El Conde” está filmada expertamente en blanco y negro por Edward Lachman, dándole la vibra gótica de Nosferatu y, en ocasiones, el estilo de los viejos programas de televisión “La familia Addams” y “Los Munsters”.
Recorre los inicios de Pinochet como soldado en la época de la Revolución Francesa hasta la actualidad, desperdiciando sus días como no-muerto en compañía de su esposa Lucía y su lacayo, un mayordomo cosaco fascista llamado Fyodor (ambos tenían algo cerca). De vez en cuando lo vemos alzar el vuelo para acechar a su presa, como un Superman rígido como una tabla con su capa militar ondeando al viento. El general está cansado y dispuesto a dejar este mundo. Sus cinco hijos están haciendo un largo viaje para reclamar sus derechos. Pero primero tienen que examinar muchos documentos almacenados aleatoriamente en busca de extractos bancarios relevantes.
Para ayudarles a entender este lío, la familia contrata a una monja contadora, la hermana Carmen.
Cuando interroga a Pinochet sobre el robo de fondos públicos, él dice: “Por supuesto que tuve que retirar el dinero, porque mis hijos no saben trabajar y no quería que murieran de hambre”.
“El Conde” es extraño, oscuro, absurdo, divertido y, a veces, nada divertido debido a los momentos en los que se habla demasiado de cómo el mundo se enfrenta a líderes que abrazan el fascismo, la brutalidad y las intrigas.
Aunque no he visto todas las películas de Larraín, si te fascina Chile y la historia, te recomendaría “No” con Gael García Bernal que habla de la campaña publicitaria para lograr que los chilenos votaran en contra de ocho años más de Pinochet en 1988. Plebiscito.
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