Hace cuarenta años, un golpe militar patrocinado por la CIA en Chile marcó el comienzo de una dictadura de 17 años.
El 11 de septiembre de 1973, el ejército chileno ataca el palacio presidencial y derroca al líder socialista Salvador Allende. Los jets bombardearon transmisores de radio y el residente del presidente en ataques precisos y efectivos.
Libraron a Chile de Allende, el primer presidente marxista elegido democráticamente en el mundo, y lo reemplazaron con una junta militar encabezada por el general Augusto Pinochet.
Las conmemoraciones del miércoles por parte del gobierno y los líderes de la oposición todavía sirven como un recordatorio de la división aún presente sobre cómo conmemorar el pasado.
Bajo la dictadura militar de Pinochet, 2.300 personas desaparecieron y otras 40.000 fueron torturadas. Los chilenos coincidimos en que estos crímenes deben ser recordados para que la historia no se repita.
Pero en 2013, un año electoral, existe una división política sobre lo que significa recordar estos crímenes y una marcada división entre la memoria dolorosa y la amnesia generalizada.
presidente Sebastián Piñera encabezó un memorial el lunes en el Palacio de La Monedaque fue bombardeada durante el golpe.
“El fin nunca justifica los medios”, dijo Piñera. “Los derechos humanos de todos deben ser defendidos por todos”.
Piñera a déclaré que si l’armée porte la responsabilité de la dictature, il y a des civils qui ont profité du régime et n’en ont jamais assumé la responsabilité – mais que dans l’ensemble, il est temps pour le Chili d’ ir adelante.
“El pasado ya está escrito”, dijo al memorial. “Podemos recordarlo, podemos estudiarlo, podemos debatirlo, pero no podemos cambiarlo.
“Por eso, no debemos permanecer prisioneros o rehenes de este pasado”.
La expresidenta Michelle Bachelet, que sufrió torturas bajo Pinochet, rechazó una invitación al memorial oficial del presidente y en cambio asistió a uno organizado por líderes de la oposición casi al mismo tiempo. Bachelet, con el apoyo de la derecha, vuelve a postularse a la presidencia.
Al igual que Piñera, Bachelet dijo que era hora de seguir adelante, pero ahí terminaron las similitudes en sus discursos.
Bachelet decía que era imposible reconciliar sin tener en cuenta la verdad y la justicia. Para lograr esta rendición de cuentas, Bachelet ha impulsado nuevas investigaciones sobre abusos a los derechos humanos para aclarar quién es responsable de los abusos.
“La verdad, porque necesitamos saber por lo que han pasado las víctimas y qué les pasó. Y la justicia, porque donde se niega la justicia, la impunidad llena el vacío, profundizando las divisiones”, dijo.
Los esfuerzos para identificar y enjuiciar a quienes han asesinado en nombre del gobierno han sido ad hoc y las confesiones han sido escasas. Los convictos están recluidos en lo que se describe como una prisión de “cinco estrellas”.
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