Ningún estudio del cielo había desplegado jamás un telescopio tan rápido junto con una cámara tan poderosa, lo que le dio a Rubin una capacidad incomparable para estudiar el universo. Dentro de 10 años, el telescopio debería captar unos 40 mil millones de objetos cósmicos, incluidos miles de millones de galaxias. Esto permitirá a los astrónomos aprender más sobre la materia oscura, la misteriosa e invisible sustancia que constituye el 85% de toda la materia pero que sólo podemos discernir por la forma en que distorsiona la apariencia de las galaxias.
Astrónomos como Rachel Mandelbaum de la Universidad Carnegie Mellon en Pensilvania utilizarán imágenes de la galaxia de Rubin para estudiar un efecto llamado lente gravitacional débil, en el que objetos masivos “deforman el espacio-tiempo y alteran las trayectorias que habrían seguido los rayos de luz”, dijo. “La materia oscura no interactúa con la luz, pero tiene un efecto gravitacional. Por lo tanto, las lentes débiles son una excelente manera de mapear la distribución de la materia oscura en el universo”.
Rubin se adapta especialmente bien a esta técnica debido a su amplio campo de visión, que hace que cada instantánea tomada tenga una amplitud de siete lunas llenas. Con esta capacidad, puede hacer mucho más que simplemente explorar la distribución de la materia oscura. El telescopio tomará imágenes de millones de asteroides en nuestro sistema solar, muchos de los cuales no han sido descubiertos, y posiblemente confirmará o negará la existencia del “Planeta Nueve”, un planeta oculto que, según la teoría, se esconde en el borde del sistema solar. Rubin también proporcionará alertas tempranas sobre la explosión de supernovas en el cosmos, así como también mapeará con precisión las estrellas de nuestra propia Vía Láctea.
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