Hace cincuenta años, Chile entró en el período más oscuro de su historia moderna.
El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet encabezó un golpe militar que incluyó el bombardeo de La Moneda, el palacio presidencial en la capital Santiago, donde se había refugiado el presidente Salvador Allende.
Allende, un socialista que ganó la presidencia en 1970, se suicidó durante el asalto que puso fin a su administración de tres años, marcada por malestar económico y conflicto con Washington por temor a que instalara un gobierno comunista.
El régimen militar liderado por Pinochet continuó con sus reformas liberales, limitó severamente las libertades políticas y reprimió la oposición al gobierno militar. Las protestas callejeras fueron brutalmente dispersadas y los opositores fueron enviados a centros de detención donde fueron torturados.
Miles de personas fueron asesinadas o desaparecidas forzadamente y al menos 200.000 chilenos se vieron obligados a exiliarse.
Ivonne Saz, de 75 años, José Adán Illesca, de 74, y Sergio Naranjo, de 69, fueron expulsados de sus países de origen tras soportar meses de detención como miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile, un grupo de guerrilla que ya no existe.
Los tres viajaron a México, donde comenzaron una nueva vida y continúan viviendo. El exilio les hizo preguntarse quiénes eran. “Esta idea del exilio te devasta, sientes que te roban la identidad”, recuerda Naranjo. “Es una pérdida de identidad. »
Durante la dictadura, los familiares de los desaparecidos salieron a las calles sosteniendo fotografías de sus seres queridos desaparecidos y exigiendo respuestas.
A finales del mes pasado, el presidente de izquierda Gabriel Boric dio a conocer lo que efectivamente será el primer plan patrocinado por el Estado para tratar de localizar a las 1.162 víctimas de la dictadura que, según se calcula, siguen desaparecidas.
Con el paso de los años, la oposición al gobierno militar creció y se realizaron numerosos intentos de asesinato contra Pinochet. En 1988, los chilenos votaron en contra de la extensión de su mandato y él renunció en 1990. Después de eso, los restos de Allende fueron retirados de una tumba anónima y se les dio un entierro digno.
Pinochet siguió siendo comandante en jefe del ejército hasta 1998 y luego se convirtió en senador vitalicio, cargo que él mismo se había asignado. Renunció a este cargo en 2002 y murió en 2006 sin haber sido juzgado nunca, aunque estuvo detenido 17 meses en Londres por orden de un juez español. No se le ofreció un funeral de estado.
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