A primera vista, el piure (también conocido como pyura chilensis) no son los mariscos más apetecibles. Aunque se sirve en toda la costa chilena, su sabor fuerte y salado combinado con su apariencia “fea” puede resultar poco atractivo para los consumidores, quienes tienden a preferir el sabor más suave de los mejillones, las almejas, las vieiras y los queridos locomotora, un caracol de mar chileno que suele comerse con mayonesa. Sin embargo, a medida que más chefs lo incorporen creativamente en sus platos, el piure bien podría convertirse en el próximo héroe de la cocina chilena.
El piure, que se encuentra en las costas de Perú y Chile, es un tunicado (también conocido como ascidia), un animal marino sin espinas que se alimenta aspirando agua a través de un sifón y expulsándola por el otro, lo que parece algo extraordinario. . Cada pieza, que aparece como una forma sólida parecida a una roca, está formada por docenas de piures agrupados, todos salpicados de lo que parecen verrugas grumosas y mechones de pelo (algas).
En el ruidoso puerto pesquero de Valparaíso, en la costa central de Chile, el piure se compra en su forma natural de “roca” o como “ubres limpias y listas para comer”. Un cliente pidió piure en forma de roca y le indicó su elección: cuando el vendedor lo subió a la báscula, expulsó agua de mar por los pequeños agujeros que marcaban la superficie.
Aunque existen diferentes tipos de piure en el mundo, sólo la especie pyura chilensis es comestible, explicó la doctora Pilar Haye, subdirectora del Instituto Milenio de Socioecología Costera (Sécos).
Haye explicó amablemente que la forma seductora del disfraz de roca del piure es un sustrato que puede consistir de uno a miles de individuos que viven en una comunidad matriz. “El cuerpo rojo y suave es la parte que se puede comer y está rodeado por algo que parece una roca”, dijo Haye. “Es una estructura exoesquelética que producen los piures para poder vivir en su interior”.
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