Los mapuches de Chile ven en el turismo una forma de forjar un futuro mejor | Negocios | edición en inglés

Platos, ollas y sartenes resuenan dentro de la “ruka” de Norma Hueten, una casa tradicional mapuche en las afueras de este pueblo del sur de Chile que esta indígena convirtió en restaurante hace varios años.

Al carecer de otros recursos, esperaba que el atractivo de su cultura milenaria y los impresionantes paisajes de las regiones de la Araucanía y el Biobío en el centro-sur de Chile sirvieran de imán para algunos de los cientos de miles de turistas que visitan este país andino cada año.

Pero los cierres provocados por la pandemia llevaron a una fuerte caída en el número de turistas extranjeros, incluso cuando los visitantes nacionales se asustaron por el resurgimiento del “conflicto mapuche”, a menudo politizado, un doble golpe que prácticamente enterró los sueños de Hueten.

“Antes no hablábamos de turismo mapuche, pero con los años empezamos a hablar” de diferentes tipos, no solo de gastronomía sino también culturales y otros eventos basados ​​en la artesanía del telar y la cestería”, explicó Hueten.

“Pero todo el turismo ha muerto con la pandemia, y este año estamos luchando por reabrir porque el sector rural mapuche está más complicado por la falta de infraestructura, sobre todo en cuanto a caminos que conducen a las rukas”, dijo la mujer, quien trabaja con productos totalmente naturales en la preparación de platos tradicionales que aprendió de su madre.

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Feliciano Antolin

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