“Las artes mantuvieron vivo el movimiento”, explica Gustavo. “Si caminas todos los días, llegas a menos personas. Si adoptas tácticas creativas, atraes gente. Por eso, con solo mirar cómo cantan los manifestantes se puede rastrear la evolución de los movimientos sociales chilenos”.
A través de protestas, canciones y danzas, los chilenos habían comenzado a resolver la crisis de representación.
Las movilizaciones de 2019 contra la desigualdad resultaron ser las más grandes en la historia de Chile. Millones de personas salieron a las calles para exigir nuevas formas de representación política.
“La caja de Pandora está ahora abierta de par en par”, según el historiador y sumiller franco-chileno Francisca Herrera Crisán dijo en ese momento, “dejar escapar a los fantasmas del pasado, obligándonos a enfrentarlos finalmente”. Con dolor, ciertamente, pero también con la esperanza liberada de las cajas: la de un pueblo que se encuentra a sí mismo. »
Sólo un virus global, señala el psicólogo Gustavo, ha demostrado ser lo suficientemente poderoso como para frenar esta apertura. A pesar de esto, el entonces presidente de derecha de Chile, Sebastián Piñera, pronto cedería a las demandas de los manifestantes y anunciaría un plebiscito para determinar el destino de la constitución de Pinochet. En octubre de 2020, el 78% de los chilenos votó a favor de abandonar el documento, iniciando un nuevo e histórico proceso de redacción constitucional.
A principios de 2022, el futuro parecía prometedor. Una nueva constitución estaba tomando forma y Chile acababa de tomar posesión de su presidente más joven: Gabriel Boric Font, de 36 años, un ex líder estudiantil elegido gracias a una ambiciosa agenda de reformas. La elección de Boric marcó una nueva dirección para Chile. Representó la voz de los jóvenes y los desposeídos.
Pero esta esperanza se disipó rápidamente. Varios escándalos asolaron la Asamblea Constitucional y, tras una campaña concertada de desinformación, una abrumadora mayoría de votantes rechazó el proyecto de constitución de la Asamblea. La extrema derecha chilena aprovechó este error político para tomar el control de la segunda asamblea constituyente.
Mientras tanto, Boric enfrenta serias dificultades políticas. Al heredar un país profundamente polarizado, ha luchado por construir las amplias coaliciones necesarias para implementar reformas cruciales.
La historia no termina ahí.
Resulta que la única manera de superar la crisis de representación es superarla, y en Chile la dinámica del cambio aún está en marcha. Los recientes reveses políticos no han empañado las inspiradoras victorias de Chile en la profundización de su compromiso democrático.
“Estos movimientos desempeñaron un importante papel catalizador cultural”, explica el profesor José. “Nos hicieron entender que era posible protestar y exigir un futuro mejor. »
Por supuesto, siempre habrá represalias. La tercera ley de Newton lo promete. Pero si observamos la tendencia a largo plazo, veremos que está trazando una trayectoria positiva. El proceso social iniciado en 2019 no ha llegado a su fin. La lucha sigue viva, más que nunca.
Durante los períodos de desmovilización, debemos hacer una pausa para reagruparnos, aprovechando la pausa como una oportunidad para aprender del pasado y mirar hacia el futuro. Es el ritmo natural del cambio, el flujo y reflujo del progreso.
Los dejo con las últimas palabras del presidente Salvador Allende, pronunciadas mientras defendía el palacio presidencial de Chile contra los conspiradores del golpe de 1973:
“Ni el crimen ni la fuerza pueden retrasar los procesos sociales”, afirmó Allende. “La historia es nuestra y la hace el pueblo”.
“Avanzar”, aseguró, “sabiendo que, tarde o temprano, se volverán a abrir los grandes caminos por los que recorren los hombres libres para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Viva los trabajadores!
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