Lula de Brasil presiona por una moneda única latinoamericana, pero el continente no está listo

Ilustración: Shoshana Gordon/Axios

Luiz Inácio Lula da Silva, presidente electo de Brasil, revive el sueño de una moneda única latinoamericana. Es una idea que funciona bien en la campaña electoral, pero sería un desastre en la práctica.

Porque es esto importante: Las tensiones entre la economía y la política tienden a aumentar en América Latina, que tiene una larga historia de políticas monetarias desastrosas.

  • El statu quo actual, donde la mayoría de los países tienen monedas nacionales flotantes y relativamente estables, es, según los estándares históricos, bastante exitoso. Desmantelarlo por razones políticas sería una muy mala idea.

Cómo funciona: La teoría del área monetaria óptima se desarrolló por primera vez en 1961, en un trabajo que eventualmente ganó un premio Nobel para Roberto Mundel. Para que una moneda única sea una buena idea, se deben cumplir cuatro hechos:

  • Libre circulación de mano de obra
  • Libre movimiento de capitales
  • Política fiscal que transfiere dinero de las zonas ricas a las zonas pobres
  • Ciclos económicos en gran medida sincrónicos.

El panorama: Incluso una pequeña zona de moneda única latina solo cumpliría uno de los cuatro criterios: ciertamente hay países que podrían negociar el libre flujo de capital.

  • Sin embargo, las fronteras abiertas, donde alguien de, digamos, Paraguay sería libre de vivir y trabajar en Chile, no es un comienzo.
  • Asimismo, los uruguayos no querrán enviar anualmente grandes sumas de dinero a Bolivia.

En cuanto a los ciclos económicos, un influyente 1993 papel por Barry Eichengreen examinó las correlaciones cruzadas entre 11 países latinoamericanos diferentes. De las 55 coincidencias posibles, solo cuatro mostraron correlaciones positivas significativas.

  • Estos hallazgos fueron confirmados por análisis posteriores en 2003 y 2018.

La línea de fondo: Es fácil para los políticos decir que una moneda única ayudaría a dar a América Latina una mayor influencia económica frente al dólar estadounidense. En realidad, sin embargo, es probable que esto solo cause dolorosas divisiones internas, como vimos en la eurozona en 2011.

Alisa Garces

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