El 4 de julio de 2022, exactamente un año después de la primera convocatoria de la Asamblea Constituyente, el presidente Gabriel Boric recibió un borrador de una nueva constitución chilena. En poco tiempo, el texto había sido traducido a una decena de idiomas para ser aclamado por periodistas, políticos e intelectuales de todo el mundo. La respuesta fue, en su mayor parte, eufórica, con una carta abierta que declaraba el documento como un “nuevo estándar global” firmada por un amplio grupo de economistas y científicos sociales de renombre mundial, incluidos Thomas Piketty, Jayati Ghosh y Gabriel Zucman. De hecho, Luc Lavrysen, presidente del Tribunal Constitucional de Bélgica, señaló que si nueva constitución chilena se apruebe, sería el más avanzado del mundo en materia de protección del medio ambiente.
Este elogio se deriva del hecho de que el proyecto de constitución otorga explícitamente derechos a la naturaleza, incluido el derecho inherente a existir, que ningún otro derecho puede impedir. Estas protecciones responsabilizan al Estado por todo tipo de daño ambiental, incluida la contaminación y la desestabilización de los ecosistemas. Por ejemplo, el proyecto se basa en los derechos de la naturaleza para consagrar los derechos humanos al aire limpio y, en términos más generales, a vivir en un entorno saludable. El documento también establece bienes comunes naturales definidos en términos generales, que incluirán tanto el agua como el aire, que se mantendrán de forma viable para las generaciones presentes y futuras: este es en gran medida este término de administración que tanto ha preocupado a los ambientalistas de todo el mundo. Dado que, de acuerdo con este principio, el Estado chileno será responsable de garantizar la integridad de los ecosistemas del país, preservando, por ejemplo, cuencas hidrográficas, glaciares, permafrost y océanos, la emoción de los ambientalistas registra que estos compromisos representan un compromiso jurídico. obligación de combatir el cambio climático.
Ahora, es importante notar cómo el Estado estará facultado para hacer cumplir todo esto, ya que el Estado chileno está renovado casi en su totalidad en el proyecto de constitución. A diferencia de la autoridad senatorial esencialmente centralizada que ha gobernado Chile desde la llegada al poder del General Augusto Pinochet, la visión del proyecto es la de un “Estado regional” compuesto por regiones y municipios relativamente autónomos. Sobre la base del establecimiento de gobernaciones regionales, la creación de asambleas regionales fortalecerá aún más la infraestructura de la democracia participativa en Chile, lo que permitirá una amplia participación en plebiscitos, referéndums y consultas.
El electorado chileno acudirá a las urnas el próximo 4 de septiembre.
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