Los últimos días de Víctor Jara: Poeta político chileno asesinado por la dictadura de Pinochet | Internacional

En agosto de 1973 –un mes antes de ser torturado y asesinado por la dictadura militar de Augusto Pinochet– el cantautor y director chileno Víctor Jara vivió momentos desgarradores. Su historia ilustra el período convulso que condujo al golpe del 11 de septiembre.

Quizás sabiendo lo que estaba por venir, escribió algunos versos que hoy parecen extrañamente proféticos. Incluso envió a su esposa -Joan Turner, bailarina inglesa- y a sus hijas, Manuela y Amanda, a refugiarse en una casa en Isla Negra, localidad a unos 60 kilómetros de la capital Santiago. Esto, dijo, era “en caso de que un golpe llevara a la guerra civil”, dice una nueva biografía sobre Jara de Mario Amorós, un escritor español. el esta intitulado la vida es eterna (la vida es eterna), de uno de los versos de Jara en su canción, Te recuerdo, Amanda (te recuerdo amanda).

Jara fue detenido un día después del golpe, cuyo 50 aniversario se conmemorará en septiembre de este año. Había acudido a la Universidad Técnica del Estado (UTE), donde trabajaba, tras recibir una llamada del presidente socialista Salvador Allende. Luego fue llevado por militares al Estadio Nacional de Chile, donde fue torturado y ejecutado junto con Littré Quiroga, director del Servicio Penitenciario Nacional.

El cantautor comunista recibió al menos 23 impactos de bala. Su cuerpo fue arrojado a la vía pública, donde fue reconocido por transeúntes quienes dieron aviso a su familia. Ocho ex soldados fueron condenados por el crimen.

Por su libro sobre el cantante de canciones clásicas latinoamericanas, como El derecho de vivir en paz (El derecho a vivir en paz), Amorós revisó cientos de archivos y entrevistas que Jara concedió en diferentes partes del mundo. Estudió su discografía -que marcó un hito para la canción chilena y la música latinoamericana- y revisó las más de 11.000 páginas de expedientes judiciales sobre el caso Jara. También recogió testimonios de amigos y familiares del cantante, quienes hablaron de los días pasados ​​en Isla Negra, el mismo balneario donde vivió el poeta chileno Pablo Neruda.

Uno de los testimonios citados en el libro es el de la hija del artista, Amanda Jara, quien recuerda esta época. Recuerda, por ejemplo, que cuando era niña en 1973 fue testigo del malestar que sentían su madre y su padre al ver “ciertos barcos de la Marina haciendo movimientos”. A pesar de la tensión, “no dijeron nada”.

“Una tarde, ella y su padre salieron a caminar por la playa rocosa del lugar que cautivó a Neruda. Mientras caminaban, comenzó a inventar la letra y la música de una canción y le pidió consejo a su hija. Esta composición de Isla Negra se perdió… pero pudo grabar otra, Manifiestoquien nació de lo más profundo para expresar, de manera definitiva, las razones por las que tomó la guitarra”, dice la biografía.

Esta escena íntima la detalló su mujer, Joan Jara, en un libro que escribió sobre su marido: “Estaba tranquilo trabajando en la canción; introvertido y egocéntrico. Podía escucharlo tarareando suavemente en el estudio mientras trabajaba desde casa. A veces aparecía y me pedía que lo escuchara. Aunque la canción era hermosa, mi corazón se hundió cuando la escuché.

Manifiesto fue grabado en agosto de 1973. Aquí hay un verso traducido del original en español: Porque una canción tiene sentido / cuando late en las venas / de un hombre que morirá cantando, / cantando fielmente sus canciones.

El 4 de septiembre de 1973, apenas una semana antes de su asesinato, Jara asistió al último mitin del partido político Unidad Popular (UP), junto con cientos de simpatizantes del presidente Allende.

“Llevaban una pancarta que decía: ‘Trabajadores culturales contra el fascismo’. Él era muy consciente de la grave situación política… tenía miedo de lo que le pudiera pasar a él, como lo expresó proféticamente en cartas y en algunas de sus canciones, ya su familia”, explica Amorós.

A fines de la década de 1960, Jara dejó atrás una exitosa carrera teatral para cantar canciones políticas y reivindicativas a favor de la UP. En 1973, tres años después de su elección como presidente, Allende volvió a sus orígenes: el folklore. Pero lo hizo a su manera.

“Su último disco fue Canto por travesura (yo canto para el mal), lanzado en septiembre de 1973. Es una recopilación de canciones campesinas. Ciertamente, mucha gente debe haberse sorprendido de que, [after his political songs], vuelve al folclore más puro. Sin embargo, subrayó que este era solo un ejemplo más de su [political] compromiso, porque caló aún más en el alma popular al dar a conocer composiciones creadas por los propios trabajadores”, dice su biógrafo.

“Durante los últimos meses de su vida, su creación musical alcanzó su más alto nivel de compromiso con la poesía y la belleza. Así, en mayo de 1973, escribió Cuando voy al trabajo (cuando voy a trabajar), inspirado en el albañil José Ricardo Ahumada. Pero, a diferencia de su combativo homenaje a Miguel Ángel Aguilera en 1970, que finaliza con tres [repetitions of] ‘triunfaremos’, esta canción concluye con un coro de versos envueltos en la incertidumbre: ‘Trabajando en el principio de una historia / sin saber el final…’”

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Alisa Garces

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